Cuando estaba en mis veintis, era puro fuego: apasionada, optimista, y convencida de que con mi trabajo podía transformar este mundo disfuncional. Creía profundamente en que podía yo con mis manitas generar cambios a gran escala, soñaba con la revolución, era bastante activista y no dudaba en alzar la voz cuando algo me incomodaba.
En esa etapa, trabajé en Njambre, una company builder de empresas de impacto fundada por Pau, Fede y Emi. Fueron mis jefes y mentores, y con el tiempo me convertí en cofundadora y directora ejecutiva. Njambre fue una escuela alucinante de la que te voy a contar en otro newsletter, pero hoy quiero hablarte de un regalo que me hicieron estos líderes que tuve el honor de tener, uno de esos que te marcan para siempre.
Un día llegaron a la oficina y me dijeron que tenía un pasaje a Purmamarca. Lo único que sabía era que debía estar en la plaza del pueblo el primer jueves de septiembre, al mediodía. Nada más. Era 2017 y estaba por vivir un ritual que ya venía creciendo hacía algunos años y que sigue creciendo con fuerza y entusiasmo.
Cada primer jueves de septiembre de cada año, un grupo de personas desconocidas se reúne en la plaza de Purmamarca a conversar entre los cerros de colores, con una única consigna: “estar juntos por sobre estar de acuerdo"
Cuando fui, seríamos unas 100 personas, pero la comunidad no paró de crecer. Se suman periodistas, políticos, creativos, economistas, tecnólogos, artistas, líderes sociales, gente del norte y gente del sur. Es un evento que no tiene redes sociales, que nunca se sabe con quien te vas a encontrar y donde no hay agenda: los temas surgen ahí, en la plaza. Cada uno elige con qué grupo y sobre qué tema quiere conversar y bajo qué árbol o que piedra sentarse a pasar un rato de conversación. Sin reglas, libre, espontáneo, y profundamente transformador.
Al principio no entendía por qué Fede, Pau y Emi querían que fuera a conversar con extraños a los cerros de colores. Pero volví una y otra vez. Y creo que hoy lo sé: en PURMA no solo encontré grandes amigos, mentores y compañeros de camino. Por sobre todo, entendí que no puedo cambiar el mundo de un plumazo, gritando y peleándome con todo el mundo como a los veintis, entendí que mi forma de generar cambios tiene una forma que parece más sutil, pero hoy la considero mucho más poderosa.
Porque en un mundo que parece fragmentarse cada vez más, donde no nos entendemos ni entre personas ni entre pueblos y donde pasamos cada vez más tiempo descifrando algoritmos e inteligencias artificiales, pasar tiempo juntos es la revolución.
Y me di cuenta de que me apasiona lo que pasa cuando personas que no nos conocemos y no necesariamente pensamos igual, decidimos compartir(nos).
Por eso en CLAN adoptamos ese principio como uno de los pilares centrales de nuestras experiencias:
ES MÁS IMPORTANTE ESTAR JUNTOS QUE ESTAR DE ACUERDO.
Y créeme: hay magia cuando gente que solo tiene en común trabajar desde casa se encuentra, se ríe, se toma un buen recreo, y comparte su rutina en lugares increíbles como son Bariloche o Río de Janeiro.
Ojalá nos veamos en una de esas, tu creatividad se volverá expandida.